La palabra quebrada en Sienda de Virginia Benavides
La palabra quebrada en Sienda
de Virginia Benavides (1)
Por Carolina O. Fernández
¿Cómo deviene el ser en su constante SIENDA /SIENDO en la maraña social y emocional de las violentas ciudades contemporáneas?
La selección personal de poemas de libros éditos e inéditos en Sienda (2), de Virginia Benavides (3), explora ese devenir mediante un yo poético diverso que tiene algo en común, el caos de la existencia en medio de grandes y dolorosas carencias afectivas y materiales.
Los componentes y conexiones espacio temporales de Sienda (2), en situaciones que se inscriben en el cuerpo textual, configuran las voces poéticas -sobretodo de niñas y niños- que descubren el mundo a partir de la falta y el desamparo en las ciudades contemporáneas con un lenguaje que revela un potencial fluido propio que desestructura el lenguaje y la racionalidad dominantes al confrontar los parámetros de una cultura y medio social violentos:
No es que seamos malas. No es que seamos buenas. No es que seamos. Solo sabemos
gritar mientras hacemos nuestro trabajo en este campo mental de desenterrar el sentido
más ido. Una camisa de fuerza que arrulle, una luz desde mi frazada con agujeros
como un vientre con ventanas. Esquizofrenia de esquirlas sin sentido en este
accidente de luces. "Tómate las pastillas", dice mi madre. Quiero que duela
y a escondidas las escupo.
(De Hospital del niño)
Sienda alude a sujetos sociales en su devenir incierto, incompleto, ignoto, que transitan en el universo sanitario de la ciudad, el hospital del niño o un hospital psiquiátrico.
El olvido, la memoria, la resistencia se alimentan conflictivamente de los códigos que se encuentran y desencuentran en los límites del yo y la existencia.
El yo poético afronta el despojo subjetivo y corporal mediante la palabra quebrada y la desobediencia como actos de supervivencia. La desobediencia se convierte en la luz intermitente que permite tironear la camisa de fuerza que organiza y programa la vida de las niñas y niños impidiendo el estímulo de la improvisación que alimenta la creatividad y por tanto la felicidad y la formación saludable.
Esta programación produce el más profundo aislamiento al que son relegados por el desamparo y la agobiante atmósfera social que producen las exigencias de productivismo y consumismo que destruyen la vida familiar, en tanto el sujeto social, encarnado en el yo poético, lleva inscrito en el cuerpo las huellas de indigencia y mutilación que se tejen y enmarañan históricamente en él:
Niño
Algunas noches un grito de ciudad me recuerda que soy tan solo un niño que juega con su
máscara a las escondidas y reza para que nadie lo encuentre. No sabe que nadie lo busca.
Un río interior fluye en esta melancolía de monstruo o niño triste. Sus venas en latitud
oeste trazando una cartografía de fuga me susurran el mar. La ciudad se funde
en mis pesadillas. Voy a despertar. Sumersión.
La memoria y el olvido constituyen otros de los tópicos que inquietan al yo poético, revelan un presente incierto que recrea un sujeto y memoria fracturadas cuyo precario horizonte impide el encuentro consigo misma:
Memoria
Capitán de mi propio pecho, certista de cono, avanzo en una floristería de ornamentos para
un amor extraño.
No soy la que despierta, pero trato. Zumba que zumba atrapo mi imagen y aspiro
su zumo para recordar.
(De Ejercicios contra el Alzheimer)
O cuando señala:
Ese libro no existe, me consolaba ¿pero qué hacía yo en esta obsesión de recordar
algo no acontecido? ¿Era realmente yo? No podría saberlo. ¿Y esa presentación de
anoche cuándo será?
(De Ejercicios contra el Alzheimer)
En Sienda, nuestra querida poeta Virginia Benavides perfila una poética propia que anuncia valiosísimos libros que ya cuentan con título: Hospital del niño, Ejercicios contra el Alzheimer y Descierto que nos sorprenden con un lenguaje que tejen y destejen con fina y delicada elocuencia los más íntimos secretos de la soledad en la que habitan las niñas, los niños y otros seres marginalizados que ocupan un lugar central en su poética como debería ser en nuestro país y en el mundo. Saludamos a Zoila Capristán por la bella edición.
Lima, 14 de diciembre de 2018.
Notas:
1. Comentario en la presentación de Sienda el 14 de diciembre de 2018.
2. V. Benavides, Sienda, Lima, Vagón Azul Editores, 2018. Prólogo de Miguel Ildefonso.
3. Conocí a Virginia Benavides en los años 90, frecuentamos queridos amigos comunes, los hermanos Carrasco, Ramón y Lawrence; Miguel Ildefonso, Domingo de Ramos, Renato Salas, Rudy Pacheco, Carlos García Miranda. La recuerdo codirigiendo la revista Dedo Crítico. Ella era la más joven, casi una niña, con un espíritu entre dulce, libre y travieso, siempre en la búsqueda de la palabra precisa que viene lográndolo desde sus primeros libros: Exstrabismo (2003) y Sueños de un bonzo (2013).
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