Todxs somxs provincianxs
Todxs somxs provincianxs don...
Notas sobre racismo, provincianismo, patriarcado y feminismo
Por. Carolina Ortiz Fernández
En una antigua polémica con Julio Cortázar sobre arte y conocimiento, José María Arguedas sostuvo:
<<No somos diferentes en lo que estaba pensando al hablar de “provincianos”. Todos somos provincianos, don Julio(Cortázar). Provinciano de las naciones y provincianos de lo supranacional que es, también, una esfera, un estrato bien cerrado el del “valor en sí”, como usted con mucha felicidad señala>> (J.M. Arguedas)
Mediante este enunciado, Arguedas problematiza, aunque no usa estas categorías, el racismo y el eurocentrismo, componentes de la colonialidad del poder; critica que los saberes y creaciones estéticas que se producen en densidades geohistóricas y socioculturales como la Europa moderna o los Estados Unidos, en término arguediano, lo supranacional “blanco” se imponga sobre otros saberes y en la intersubjetividad de no pocos intelectuales. Para Arguedas todo saber es provinciano, el europeo es uno más, pero es el que se ha impuesto como el único válido y, por lo tanto, superior.
Su propuesta de provincializar Europa no significa negar sus aportes sino deconstruir su poder, supone mirarla a la cara en igualdad de condiciones, interpelarla para que aprenda a entablar una relación intercultural radical con otras maneras de ser, de concebir la vida, la economía, otras maneras de conocer y crear conocimiento.
Lima, al igual que Moquegua, Iquitos o Tacna es también una provincia. En ese sentido, como lo expresa Arguedas, todos somos provincianos. Lo que está en cuestión es que la manera de clasificar las regiones suele estar atravesada por el racismo, el eurocentrismo, el orden social patriarcal y los intereses económicos
El racismo no es un tema cíclico, como piensan algunos periodistas, el racismo tampoco se reduce a discriminar o a insultar, el racismo es una clasificación social inventada que tiene larga data y supone que existen humanos superiores a otros. El racismo se ha construido sobre la idea de raza que no tiene fundamento alguno. Es decir, las razas no existen, no hay razas superiores ni inferiores.
La república peruana se ha construido a partir de la impostura de la idea de raza, es decir a partir del racismo. No solo porque gobiernan criollos o “blancos” o “ablancados” sino porque las leyes en general los protegen en todos los ámbitos, bien en el campo de la economía, la educación, la jurisprudencia, el trabajo, etc.
Así, por ejemplo, racismo es que la precarización del trabajo afecte sobre todo a la población “no blanca”, que la educación y la salud pública no sea prioritaria porque está dirigida a la población “no blanca”, que una buena parte de la población “no blanca” carezca de las condiciones mínimas de una vida digna, que las mujeres “no blancas” no sean atendidas debidamente en casos de aborto, que se despoje de su territorio y no se cumpla con la consulta previa a las comunidades y pueblos indígenas. Estas expresiones de racismo, están atravesadas -al mismo tiempo- de “clasismo”.
Entonces cuando el congresista Bruce expresó que el presidente Vizcarra fue incluido en la “plancha” de Peruanos por el Kambio porque había “demasiados blancos” y necesitaban “un provinciano”, no es que pareció “racista”, como indica otro periodista en el diario La República, sino que ambos lo son. El presidente Vizcarra es un provinciano, como lo es el congresista Bruce y el periodista autor de la columna. Como bien lo expresa Arguedas, todos somos provincianos.
La congresista Pariona dice bien, al manifestar que en numerosísimos casos se usa a los “provincianos” “no blancos” como relleno. Pero no solo el racismo está a flor de piel también lo está el machismo, una de las expresiones del orden social patriarcal.
Al periodista del diario La República le molesta la exigencia de paridad, porque su habitus patriarcal no acepta aún que las mujeres “no blancas” y feministas incursionen en los espacios públicos y lamentamos que el diario lo avale.
La política no son solo ideas, son los cuerpos masculinos del patronazgo y sus acólitos blancos y “ablancados” los que se han impuesto durante los doscientos años de República y los 300 años de dominio colonial patriarcal, letrado y “blanco” .
Pero son otros tiempos, es el tiempo de la plebe, de lxs humilladxs y ofendidxs y feministas “no blancxs”, de los indigenizadxs, que comprenden que es el tiempo de todas las sangres.
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