Ana Estrada y la lucha por una vida y muerte dignas.
La libertad es vivir sin miedo
Nina SImone
Por Carolina O. Fernández
Cuando conocí la petición de Ana Estrada, me convulsionó el corazón, sentí la conexión entre miles de personas que aspiran el derecho a tener una vida y muerte dignas. Mi reconocimiento a esta excepcional mujer que viene llevando a cabo esta lucha con sorprendente serenidad y sabiduría.
Su conmovedora petición, me recordó las palabras de Borges al referirse a la finitud de la vida: <<le da mucha fuerza al ser humano, el saber que es efímero>>, porque la inmortalidad <<sería un infierno>>.
En 1997, el Foro Mundial de la Salud, anunció que aproximadamente unas veinticinco mil personas en situaciones terminales pidieron a los médicos la posibilidad de morir cuando el tratamiento fuese insufrible. Algo más de la mitad de los pacientes sentían perder su dignidad y más del 40% sostuvieron que el dolor se hacía insostenible, prolongar la vida en esas condiciones la convierte en un infierno.
En la tradición Occidental, encontramos que Marco Aurelio, en las “Meditaciones”, precisó lo siguiente: <<no desdeñes la muerte; antes bien, acógela gustosamente, en la convicción de que ésta es también una de las cosas que la naturaleza quiere>>.
En el Perú antiguo, la muerte era una etapa más de la vida, se la comprendía como un volver al origen, porque el ser humano fue concebido como parte de la ecología. El sentido de la vida y muerte denotaban dignidad y sentido de transformación necesaria.
Esta visión del mundo permanece en algunos pueblos de nuestra América. Rosi Wano, chamana de la comunidad Shipiba en la Amazonía peruana, a quien conocimos gracias al brillante documental peruano Sigo siendo, de Javier Corcuera, refiere que su padre y sus abuelos fueron chamanes, expertos en el conocimiento de cómo curar las enfermedades del cuerpo y del alma a través de las plantas. De niña, los escuchó cantar Icaros cuando atendían a los enfermos, Rosi Wano los mantiene en su memoria y también improvisa en el momento en que los canta. El icaro interpretado en Sigo siendo dice: << En mi barco, en este mi barco, mi barco de piedra viajando en el después de haber andado, retorno, retorno a mi tierra. Retorno… yo la mujer viajando por la profundidad del agua. En la anaconda desde adentro del río (…) Voy viajando al último rincón del río, al corazón adentro del agua naciendo, naciendo>>.
Por cierto, decidir sobre la propia vida, no tiene comparación alguna con la violencia de quitarla, como viene ocurriendo con miles de mujeres, niñas, niños y miembros de las comunidades no binarias.
Hoy, Ana Estrada ha conseguido la libertad de decidir, pero también sabemos que tiene varios proyectos por delante; que tomará la determinación, no ahora, que lo hará con honestidad y entereza en el momento pertinente y que, entonces, nos hará mucha falta.
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