Los escogidos de Fabiola del mar




Los escogidos de Fabiola del Mar (1)





El mundo vive un cambio de época, una crisis generalizada, crisis ambiental, económica, sanitaria, crisis del lenguaje en todas sus dimensiones, crisis de sentido,  crisis de la modernidad, de su tiempo lineal y genocida, crisis de la verdad de un saber poder y tecno ciencia que destruye la vida. 

Las implosiones del tiempo lineal de la modernidad vienen siendo  sentidas  con mayor intensidad en cada espacio de supervivencia, de encierro  e incertidumbre ante el extrañamiento del imperio de la muerte que agobia en los últimos tiempos y con mayor crudeza este 2020 que culmina. 

En estas circunstancias, la poesía continúa siendo un espacio que nos acoge, un espacio de exploración y revelación ante los drásticos cambios en los modos de vivir, las formas de sentipensar la existencia. Es por eso que a nivel mundial están surgiendo  numerosas creaciones y publicaciones cuyo tópico es la vida en pandemia. Los Escogidos (2020),  segundo libro de Fabiola del Mar, que acaba de ser publicado por la editorial Apogeo, emerge en este escenario.

El libro comprende un conjunto de treinta textos que  configura un yo  poético que transita distintos niveles de supervivencia y que finalmente  reafirma que la poesía es también una manera de protegerse, de explorar y redescubrir nuevos formas de existencia, aunque sin saber lo que pueda venir. 

Desde el encierro, el yo poético observa de manera  inalcanzable el horizonte, sin saber a qué atenerse, lo que la  invita  a reafirmarse en el eterno presente. La incertidumbre conduce al yo plural a desear vivir los instantes como si fuesen perdurables: “Somos instantes con ansias de eternidad / al mirar hacia atrás no encontramos rutas /ni palabras /Solo se sabe del olvido /La mujer que soy no carga con recuerdos/ la mujer que seré no recuerda el futuro”

En <<Acuartelada>>, poema que inaugura el libro, anuncia un yo poético en un entorno amurallado que le impide emprender su propio vuelo y transitar la propia muerte.  Desde el encierro puede mirar el entorno sepulcral, sentir las carencias de la madre acongojada, el hambre del hijo, la fiebre de la peste que estalla en las venas: “Contenida entre muros/ igual que perro huraño / aprieto los dientes debajo de la capucha /Un único ejercicio/ la lujuria masturba las palabras/ saco la basura bajo un cielo álgido/ y la noche vigila la ruta /Reina la paz sepulcral en un velorio masivo (…)”

Al interrogar y sentir la muerte,  la fiebre del mal y las heridas impregnadas en el cuerpo, el sujeto poemático comprende que cada sobreviviente o escogida  tendrá que aprender a respirar con los ojos, solo de esta manera aprenderá a romper el silencio tan urgente para preservar la vida, pues el cuerpo carcomido, pende de un hilo.

Si la muerte ronda, la apuesta consiste en nutrirse de la  arena que emana de los cuerpos supervivientes, ellxs y ellas son lxs escogidos: “Y pensaba lento/en la gente que bajo el sol se ha quedado/ dormida/en los que como yo / encontraron un resquicio en la arena/ para enterrar la tristeza”.
Ese pequeño oasis  del que emana calor, solidaridad y afecto es indispensable  para levantarnos y continuar.

Lima , 28 de diciembre de 2020.

Carolina O. Fernández

Notas

  1. Comentario de Carolina O. Fernández el 28 de diciembre de 2020, día de la presentación virtual


POEMAS

Olvido una maleta 

Somos instantes con ansias de eternidad

 al mirar hacia atrás no encontramos rutas 

ni palabras 

Solo se sabe del olvido 

La mujer que soy no carga con recuerdos

la mujer que seré no recuerda el futuro

apenas si hay niños en las calles
y palomas marchitas en los jardines 

Tengo un vuelo perdido
un ticket sin retorno
hay ciudades en las que amas

y dices adiós 

Hay una ciudad que no es la mía 

quizás vuelva a ella
sin anuncio
sin bienvenidas 

Cargo una maleta
llevo conmigo lo mío y lo ajeno

oculto en el doble fondo
de algún motel 



Acuartelada 

Contenida entre muros
igual que perro huraño 

aprieto los dientes debajo de la capucha 

Un único ejercicio
la lujuria masturba las palabras 

saco la basura bajo un cielo álgido

 y la noche vigila la ruta 

Reina la paz sepulcral en un velorio masivo 

Se acuartela hasta la última hormiga
en nombre de los que han huido por la arena

alineados todos 

cada uno con su ofrenda 

Y así,
interrogo a la muerte
dónde anidan los cuervos
y no las gaviotas
que nos arrancan los cabellos 

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