Lado B de las sombras de Juan José Soto Bacigalupo

Lado B de las sombras de Juan José Soto Bacigalupo (1)

 Carolina O. Fernández

(…) el tiempo ha sido mi Demócrito.

Esta penumbra es lenta y no duele;

fluye por un manso declive

y se parece a la eternidad.

Jorge Luis Borges




Lado B de las sombras (2022) el quinto libro de Juan José Soto Bacigalupo publicado por Editorial Apogeo, comienza con una dedicatoria muy reveladora, pues de entrada nos permite inferir que el libro es un homenaje a la poesía encarnada  en la energía amorosa, en los cuidados de dos entrañables mujeres, su abuela y su madre y, también, constituye un  reconocimiento del valor de la amistad encarnada en el poeta Evgueni Bezzubikoff.

Tuve la oportunidad de conocer a la señora Chabuca, la hermosa abuela de Juan José en los años 90. Era una abuelita de cuento, alegre, bailadora y generosa. Nos guarecía en su casa, siempre con una sonrisa hospitalaria, cuando en algunos momentos los poetas del 90 visitábamos Barranco. Recuerdo estas visitas junto a grandes amigos: Miguel Ildefonso, Willy Gómez, Antonio Sarmiento, Santiago Risso, Rocío Hervias, Domingo de Ramos  y al gran José Pancorbo, a quien recuerdo con mucha nostalgia. De su abuela y su madre, como bien se reafirma en los textos, aprendió el poeta la alegría y la lucha cotidiana, valores que le permiten afrontar los retos y golpes que implica el vivir. De los amigos como Evgueni aprendió la hermandad y la solidaridad.

Resalto esta dedicatoria porque el conjunto del libro revela la angustia de la existencia, el dolor, la injusticia que ensombrece y ahoga la vida humana. Y es allí que todo ese aprendizaje que viene de la energía amorosa,  de estas dos mujeres maravillosas y la amistad como expresión de poesía vital encarnan las palabras que arrasan con las sombras.

En “Intro”, sección con la que se inicia el poemario, el sujeto poético  en primera persona y en presente afirma: “Coloco el ojo izquierdo en la cerradura /Giro/ Y vuelan despavoridas las sombras (…)”. El acto de mirar, la mirada en movimiento y luego las palabras arrasan con lo umbroso. Las sombras de antigua estirpe colonial caen al pie del Cancerbero que reguarda el infierno. Las palabras plenas de "airada luz", cargadas de "células madres"  vencen la desesperanza. Veamos: “Hurgo en mi aljaba /Saco y tenso palabras /Las lanzo contra la penumbra /Una tras otra /Cargadas de nervio/ De iracunda luz:/ Blanco certero/ Arde la noche.” (11)

“El lado B de las sombras”, la segunda sección, me recuerda al gran Borges de “Elogio de la sombra”, cuando dice: “Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar”, porque la intensa luminosidad de la modernidad que recae en nuestros ojos enceguece, nos limita  la mirada. Por eso, es preferible arrancarlos de manera simbólica y sentir la intensidad de la oscuridad porque de sus profundidades emerge la luz: “Son tus nalgas/ Enredando mis labios/ Hondos ojos/ Por los que miro el amanecer” (17)

El sujeto poético no sigue el ritmo de las olas, trastabilla al disfrutar y sufrir la noche. Sin ojos, sin luz, sin las extremidades inferiores se orienta por las iluminadas sombras y el olor de las tinieblas (21). Este es el lado B de las sombras, el Elogio de Borges.

Los días se ensombrecen con el dolor de los suicidas, el caos, la humana agonía en plena luz. El poeta tropieza entre testículos y cuerpos desmembrados y de sus ojos ausentes fluye “el rumor de las palabras”; pero que son las palabras sino penumbras. ¿Qué son los amaneceres sin rastro de luz? He ahí la paradoja. 

La ciencia tan pregonada en Occidente ha fracasado, el tan ansiado progreso conduce a la destrucción, al estrés, al vacío, al suicidio. Con todo, aparece el guiño “De una luciérnaga/ En la raíz de la sombra.” Es allí que el poeta danza con la abuela, con Chabuca desafiando  las sombras. La salida está en lenguaje materno, es decir, en el cuidado que prodiga la madre. Si la industria y la ciencia tuviesen como principio el cuidado de la especie y del planeta, probablemente la historia humana sería distinta porque desafiaríamos hondamente  el lenguaje de la muerte. Por eso, es posible afirmar en diálogo con Lado B de la sombras que de los  “Ojos que son luz de la noche” surge el resplandor.

(1) Texto dicho en la presentación del libro el 5 de abril de 2022.



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