Bordando quilcas, poemas de Carolina O. Fernández

Presentación de Bordando Quilcas (2023), de Carolina O. Fernández, Hipatia Ediciones
con la grata compañía de Teresa Cabrera y José Miguel Herbozo 



Vía  láctea


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No sé si  alguna vez leerás estas quilkas

en el vendaval que las alberga

ellas siguen la banda sonora de la vía láctea


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Escribo  en  la lengua que se impuso  

preñada de las galanías propias de la lengua de mi madre

melodía en rumi viva de las bellas Cahuillaca y Chaupiñauca 

melodía fina como decían el Inca Garcilaso y Gamaliel 


En piedra viva se escribe  lo inconmensurable 

para renombrar lo impuesto a las magnolias





HUK

Mi memoria

florece entre las nubes

viajo sobre ellas

A veces le canto a Homero

No soy una sirena

pero le canto y él viene hacia mí

Le atrae mi oscuridad

que no suena a las sonatas de Beethoven

                                                                        sino a mi propio harawi



KIMSA


Nací en el sur   Soy hija de la hierba y del azar

el rugido de las olas  

el viento y  la vid

el rugido de la matria  que mi cuerpo atesora


Nací en el solsticio de invierno cuando nacen las ballenas 

acompañada de estrellas de mar

conchas de abanico

y audaces caballitos de colores


Soy la palabra queda   la palabra nutria  

la palabra amapola

Soy el respiro que se apaga y empeña en fluir


Soy lluvia  destello 

tránsito  

aire de algas danzarino 

a quien nadie le cortará el pensamiento




TAWA


Mis ojos    aldeas  marinas

aprendieron a mirar  los veleros lejanos 

como los ocelos águila de mi madre  


Mi padre  a quien vi  una sola vez en la pradera 

podía vestir harapos 

y bellas prendas que bombeaban mi latir

hacía fogatas de barro  canales de caña en flor 

e  ingeniosos armisticios  


Madre cantaba como la ruiseñora y los dardos de un cañón  

Tenía la mirada rubor manzana


Soñaba yo 

ser astronauta  

Viajar por la estrellas y balancearme en la media Luna


Heme aquí convertida en guarda bosque

siempre lista a viajar por las estrellas 




PISHKA


Mis cicatrices irrumpen en la profundidad de los océanos

miles de infantes protegidos por la wiksa/del Pacífico

viajamos en  gigantes almejas


En Pachacamac

mi corazón  atraviesa el latido cósmico 

a la velocidad de la luz


Mis cicatrices irrumpen en la profundidad de las rocas


No he logrado la madurez esperada por aquellos que piensan  

cómo conducir a lo que llaman  masa

queríamos disfrutar   la arena

bailar en la cresta del mar y bucear en él


La policía disparó  a muerte en el canal de la Mancha 

tambaleó el bote de goma y nos arrojamos todos

Madre logró subirme a sus espaldas y nadó  

como siempre lo hizo 

rumbo mar adentro





SOQTA


Dices bien Hannah A. 

El oro 

carece de importancia 

comparado con los monstruos de hierro 

el carbón de fuego   

el aire violeta del tabaco

la morfina

el coltán del corazón africano 

o la metálica avestruz 


Por cada centésima de onza en flamante muñeca 

una tonelada de molles y  hecampuri destruidos 

junto a niñas  vizcachas    

sagaces panteras y pájaros de fuego


Para algunos tiene efecto de conciencia

en aquello que  llaman  amor


     el amor se subasta esta mañana


pero el amor   ¿se mide y se pesa

como se miden y pesan los kilates?

En mi pueblo se nutren bajo tierra 

 del lenguaje uterino 

 al emerger las cabezas  / el agua empieza

a brotar como una fuente

Y así nace el amor






Orbitar la nave azul
cinglando en soledad
sorprende el vuelo de las aves
Quién no ha querido volar como ellas
disfrutar el parpadeo de sus alas
suspendidas en el aire

 


Al despertar
me embelesa mirar el viaje de las nubes
nunca son las mismas
se mueven magistrales
sin suntuosidad
como un baile erguido que sale del mar



Mis viajes tampoco son los mismos
Mi blanca nube se hace gris
se hace tinto
como el vino
que danza en las entrañas oscuras
de mi wasi

 

Hoy podé algunas de sus pequeñas ramas
Perdóname le digo por no dejarte crecer
pantagruélico y umbroso
Modernos tubos de cemento atraviesan
tu rizoma

(Tanto amor y temo no poder hacer nada contra la muerte)
 


En la Profundidad de las Rocas
 
Sobrevivo en la profundidad de las rocas
en la ciudad de la hecatombe
Ya no recuerdo mi infancia
cocinaba poemas que ardían
en las ollas de barro del fogón
 
A medianoche
las estrellas encandilaban el camino serpenteado de eucaliptos
Me tomabas en brazos
y bajo el alumbrar de los glaciares incendiábamos la bruma
 
La iglesia era una enorme corona de oro en llamas
y volamos junto con las palomas y sus doce campanadas
 
Yo era una aprendiz de poeta
aprendiz de paloma
El candelabro encendió mis huesos
hasta encenizar mis plumas
y así aprendí el fundamento
de la página en blanco
 
Hambre voraz
decía mi madre en su propia lengua



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